Resulta habitual en la temporada de cría que alguna canaria timbrada reproductora falle. Los motivos son múltiples: huevo atravesado, rechazo del macho, posturas con huevos claros, no alimenta los pichones, hace el nido y no pone, etc. Sí es poco frecuente que una canaria timbrada, una raza que cría bien, adecuadamente preparada para la cría y alimentada a conciencia, no inicie el proceso de reproducción. Entiendo por no iniciar el proceso reproductivo cuando la hembra no construye el nido, desatiende totalmente el mismo y continúa con su actividad habitual.
Es el caso de esta blanquita con ojos de pirata enmascarado. El pasado 10 de Febrero puse nidos a las 12 hembras entre reproductoras y nodrizas que ocupan mis ratos de ocio. De las 12 hembras todas construyeron el nido en un plis plas y se afanaron a poner huevos tras recibir las fecundaciones de los consortes que con tanto esmero servidor les selecciona. Todas menos esta anilla 38, hija de la pareja 3/2020 y hermana del macho 37, a mi entender un ejemplar de gran calidad que conservo como maestro.
Extraña conducta a la cual sólo encuentro una explicación antes de recurrir al artículo 6.2 de la Ley de Murphy: si tiene que fallar alguna hembra reproductora será la hermana de tu mejor macho. La explicación aparente puede ser que tenga algún problema fisiológico tipo en el oviducto o neurológico en el órgano que regula la actividad reproductora. Problemas que se escapan de mis conocimientos como modesto canaricultor. La timbrada siquiera se ha dignado en coger el pelote dispuesto para la fabricación del nido. Ha continuado su vida tal cual mientras sus compañeras tejían sus nidos e iniciaban las puestas de los huevos, como procede. Sí que es la protagonista una hembra que a ratos permanece como abstraída, ensimismada, quieta en un palo o en el nido. Pero tampoco es una actitud que considere relevante, de común se activa y se la ve saltando de palo en palo y piando activa. Se alimenta correctamente y las heces son normales.
He probado durante dos días de ponerle el macho reproductor separado por rejilla, con la intención de inspirarla. Fracaso absoluto, lo único que he conseguido han sido riñas y peleas entre ellos. Y ante el riesgo que sufrieran alguna lesión, he devuelto el macho a su jaula. Aquí paz y después gloria. Y nada, yo tozudo la dejaré en su jaula de cría unos días más y que sea lo que Dios quiera. Me consideraría muy afortunado si un día la veo tejiendo el nido. Aunque pocas esperanzas, por no decir ninguna, tengo en esto último.
