domingo, 26 de marzo de 2023

El valor de la amistad

Como refería en mi anterior artículo, perdí en un fin de semana horrible por huevos atravesados, la mitad de las reproductoras meticulosamente seleccionadas para la presente campaña de cría. Por suerte, no ha vuelto a repetirse la incidencia. Pero mi pequeño y modesto aviario quedó desestructurado, con tres machos viudos sin consorte. Andaba yo en mis cábalas, dolido y apesumbrado, pensando en cómo rehacer la temporada de cría cuándo recibo llamada de Riverita: 

-Antoñito, ¿Qué te ha pasado con las hembras? - me suelta directo. Hay muy poca gente que me llame Antoñito, mis primos sólo. Para nada me molesta el diminutivo, cariñoso y familiar. Y Riverita lo utiliza durante nuestras conversaciones. Muestra de la confianza mutua, él por utilizarlo y yo por aceptarlo, omnipresente entre nosotros. Le relato la incidencia con detalles, y me responde presto:

- Te envío 3 hembras de mi reserva. 

- Ni hablar, le respondo. Ni hablar, seguro que las necesitarás. Para nada las voy a aceptar. No es tiempo de ir soltando hembras, Juan. Que estamos en plena cría y cada uno ya tiene su apaño. Muy agradecido de todas formas. 

- Que mañana te las envío, en una semana las tienes criando, que las tengo preparadas. 

No pude negarme dada la sinceridad del compañero, la naturalidad de sus palabras y la espontaneidad de su acto. A los dos días recibí tres hembras gordas, rollizas, de pecho ancho, las que yo denomino palomas. Justo como a mí me gustan las hembras. 




 

Y, efectivamente, a la semana estaban haciendo el nido y con huevos. La 69 está con 5 huevos, la 53 de nodriza y la 18 con el nido hecho a punto para poner. Riverita me ha enviado vídeos de sus hermanos y me ha detallado la genética de cada reproductora. Asimismo, le he envíado vídeos de mis machos reproductores víduos, y él -conocedor como es de la genética de sus hembras y el tipo de canto de sus hermanos y padres- me ha aconsejado cómo hacer las parejas. 

Muchas veces, los timbradistas sobretodo, nos enzarzamos en luchas cainitas, en disputas baldías y en peleas estériles. Hay que transmitir estos gestos, estos detalles, el valor de la amistad. Que destaquen, que sean la base de la afición, que tapen esas envidias, esos malos modos y esos egos de personas débiles mentalmente que utilizan la canaricultura de canto como escape de sus múltiples frustaciones y empozoñan esta bellísima actividad ancestral. 

Seguro que de los diferentes acoplamientos saldrá algún ejemplar muy bueno. No puede ser de otra forma.

martes, 7 de marzo de 2023

Huevo atravesado en canarias

Introducción 


 
Cuatro hembras muertas y una convalesciente en cuatro días por huevos atravesados o no expulsados. La mitad de las reproductoras seleccionadas, genética pura. Cada año hay o puede haber alguna hembra con esta afectación, pero cuatro en cuatro días cuesta mucho entender. Y encontrar la causa efecto que ha traído el problema es el quid de la cuestión. La alimentación casi seguro que no, soy animal de costumbres y no la he variado. Le achaco la culpa al agua de mi nuevo domicilio, con notable exceso de cal. Pero tampoco estoy seguro. Lo que sí estoy estoy es desanimado, con dos machos viudos y con la temporada de cría por rehacer. Tiempo hay para esto. 

Cronología de la hecatombe

Viernes 3 de marzo por la mañana temprano la primera baja, la pía anilla 4 que encabeza el artículo. La encontré muerta en el suelo de la jaula. Qué vamos a hacer pienso, y la repongo con una hembra de reserva, la 31/22. El mismo viernes parto hacia Getafe para ver, en el Coliseo Alfonso Pérez, el sábado el partido de mi Girona FC. Duermo en el Casar, agradabilísima tertulia con Víctor y Álvaro de la asociación local.

Domingo 5 de Marzo por la mañana. Encuentro a la isabela 20/22 muerta en el suelo de la jaula. Hay que joderse, ya es mala suerte.

Domingo 5 de Marzo atardecer. Lo mejor de estos cuatro días horribles. Siempre hay que buscar el aspecto positivo de las cosas. Encuentro a la amarilla 45/22 hinchada y convalesciente con ligeros espasmos arrastrándose por el suelo de la jaula. 

Me pongo a trabajar -con la ayuda de mi mujer- para salvarla. Caliento un cazo con agua y expongo la hembra - con cuidado de no quemarla, evidentemente- al vapor. También le unto la cloaca con un bastoncillo de limpieza de los oídos impregnado en aceite. Le aprieto el vientre con gran miramiento para que expulse el huevo. Nada, la cosa va a peor y la hembra parece que está viviendo sus últimos momentos. Pido consejo a compañeros y, ya dada por muerta la pobre hembra,  recibo múltiples consejos y aplico dos que me son de gran ayuda: el primero, introducir con una jeringa aceite dentro de la cloaca y el segundo, las directrices que se exponen en este video https://www.youtube.com/watch?v=Yy5tqz3FH1Y. Ambos procedimientos obraron el milagro. Conseguí que la hembra pudiera expulsar, hacia las ocho de la noche, el huevo. 


Como digo, las ocho de la noche. La hidraté bien obligándola a beber agua, la puse en una jaula de canto cubierta por una funda y la dejé en una habitación junto a un radiador. Pocas posibilidades, débil y moribunda como estaba, veía de que sobreviviera. Me costó dormir, es cierto, y nada más despertarme  a la mañana siguiente fuí raudo a ver cómo estaba. 


 

Tuve una gran alegría al comprobar que estaba en proceso de recuperación. A fecha de hoy martes sigue viva, la estoy mimando. Pero poco dura la alegría en casa del pobre. 

Lunes 6 de Marzo por la mañana. Nada más entrar en el aviario, veo otra hembra amarilla, la 17/22 con el cuarto huevo atravesado. Aplico directo y rápido el tratamiento. Mi mujer me vuelve a ayudar calentado agua. ¿Qué está pasando, Antonio? - me pregunta y no sé qué responderle. La de hoy está en peor estado que la de la tarde noche anterior. La pongo al vapor de agua, le paso una gasa húmeda por el vientre, dilato la cloaca con un bastoncillo impregnado en aceite y, finalmente, aplico aceite directamente dentro de la cloaca. Espero unos minutos por si ella misma puede expulsar el huevo. Pero, pobrecita, ni se aguanta de pie. Procedo a presionar el vientre para ayudarla, tal como hice ayer. Y se rompe el huevo dentro. Oigo el clac y noto la rotura con el tacto de los dedos. Joder, joder, joder cagonlaputa. Continúo apretando -hay que sacarlo sí o sí- y extraigo primero la caca, luego la clara, a continuación la yema y finalmente la cáscara. Esfuerzo valdío, no sobrevivió. Al menos, los tres huevos anteriores se los he podido pasar a una nodriza. Espero que la pobrecita tenga descendencia. Y que sea buena.


Cuatro días horribles, que me han dejado afectado. Afectado y con la planificación cartesiana de la cría malograda. Las hembras fallecidas estaban meticulosamente seleccionadas tras un metódico análisis en mi libreta de apuntes que no lo supera ni el algoritmo de Google. Tras estos malogrados incidentes, cuando abro la puerta del aviario, lo hago expectante y temeroso de ver qué me encuentro dentro. Estado de ánimo opuesto al que tiene que dominar estos días de principios de la cría, esperanzado por la nueva descendencia que tiene que venir. Espero, y toco madera, que ya no vuelva a suceder más. Lo positivo de estos cuatro días, haber descubierto el valor de la colaboración entre compañeros criadores.  He recibido múltiples consejos sobre cómo solucionar o preveer este problema. Por ejemplo, poner negrillo como semilla aceitosa, durante la época de la postura. O un método tan pintoresco -que no he utilizado y dudo mucho que lo haga- de poner la hembra dentro de un calcetín y volearla como un molinillo.


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