Estar ahí

La frase es de mi buen amigo Gerónimo Vidarte, el mago de los timbrados. Sintetiza la frase la esencia de la canaricultura de canto, expresada en la participación en concursos. Estar ahí es seleccionar las parejas, criar y educar los pichones, entrenar los pájaros para concursar, insctribirse en los concursos y participar. Pues este año he estado ahí, con pájaros que, antes de salir de casa, ya sabía, era consciente, que no estaban en lo más alto pero sí en una posición muy aceptable. Y he estado ahí con mis pájaros, entrando en las salas de concursos con un cajón en cada mano con la ilusión de un chaval, los ojos brillantes como un niño la mañana de Reyes y el espíritu entusiasta de quien está bien consigo mismo. He estado ahí con ganas de ver, saludar y hablar con buenos compañeros, que cada año son más y mejores.

Y he tenido experiencias muy agradables. Sin ir más lejos, escribo este artículo con el ordenador que me ha regalado Álvaro del Casar, informático y timbradista. Grandísimo fin de semana el que pasé en El Casar con mi gran amigo Víctor y la gente de allí. Grandísimo partido del Girona que ví en directo en Vallecas el mismo fin de semana. 

Conocí allí, en Valdeolmos a Marcos, un chaval majísimo con una afición desbordante a quien le he regalado una hembra. 

Me lo pasé de lo lindo en Canohés con su magnífico concurso combinado con exposición y venta de pájaros de todas las razas y gran asistencia de público. En la foto con Eric y Juan recogiendo las maletas. 

Hoy, en Sant Joan Despí, conozco una pareja majísima, Xavi y Dina, hablamos con entusiasmo de pájaros. Ella criadora apasionada de cardenalitos y jilgueros parva, él timbradista. Me he reído con ganas cuando Dina me ha dicho que le pone nombre a los pájaros, que ha comprado un cardenalito que le han garantizado que es un follador compulsivo. Y Dina ha bautizado al cardenalito como "Nachete", en honor al actor porno Nacho Vidal. Cosas veredes. Evidentemente, también han habido algunas pocas experiencias desagradables, pero esas no merece la pena ni recordarlas, ni mucho menos, darlas a conocer aquí. El cerebro tiene que estar limpio y hay que saber dejar malas personas atrás o apartadas de lado para continuar adelante con la mente libre, pensar en positivo, ser proactivo y tener espíritu alegre. Estar ahí, razón de ser y esencia de la afición. Sin premios, sin  aplausos, sin reconocimientos -llegarán años mejores, seguro, igual que volverán las oscuras golondrinas en tu balcón su nido a colgar- pero compartiendo vivencias y experiencias. Hay quien me ha cuestionado por qué he concursado esta temporada a sabiendas que mis pájaros no estaban en lo más alto. Las razones están expuestas y claras. Son muchas, agradables y reconfortantes. Participar es mucho más que competir. No sólo de premios vive el timbradista, aunque a todos nos gusta pillar. Si a los concursos fueran sólo aquellos criadores con pájaros para ganar premios iban a quedar cuatro gatos y el apuntador que no podría cobrar porque no se recaudaría ni para pagar la luz.

 

¿Lo mejor de esta temporada? La enorme satisfacción de haber escuchado codo con codo junto a él los pájaros de Cristian del Casar y ver su emoción al recibir la felicitación del juez y ver la planilla. ¡Qué pajarazos! ¡Qué equipazo! El chaval empezó hace dos años con los timbrados, y en nada se ha puesto a un nivel altísimo. Prácticamente le he obligado -humilde, modesto y ponderado como es, le ha costado decidir- a participar en el próximo Mundial en Talavera. Nada me satisface más que ver jóvenes que se incorporan. Hay que apoyarlos incondicionalmente. Una planilla para el recuerdo la de Cristian.  Un pájaro extraordinario el pío isabela plata anilla 22. Extraordinario como hay pocos. 

+ Descanse en Paz Jordi Fitó de Igualada quien fué mi mentor en mis primeros inicios de joven como timbradista y me prestó gran ayuda cuando regresé a la afición hacia el 2007. Con el tiempo perdimos el contacto pero me queda el recuerdo de una buena persona, hospitalaria en grado sumo y gran canaricultor. Hoy he conocido su fallecimiento. Antes de la entrega de premios, en Sant Joan Despí, hemos guardado un minuto de silencio. Sólo se oían cantar los pájaros.