El momento de transición de cria es sumamente delicado y la correcta intervención del criador decisiva. Esto es cierto, una mala actuación o gestión de la situación por parte del canaricultor puede dar al traste con la nueva postura. ¿Cuándo actuar? Como norma básica a considerar más vale pronto que tarde. De proceder con retraso es fácil tener problemas del tipo que la hembra ponga los huevos en el nido donde aún conviven los pichones y los rompan o malogren anegados de heces. Otro problema más desagradable si cabe es que la hembra expulse a los pichones del nido y los agreda arrancándoles plumas o picándoles en la cabeza, incluso hasta hacerles sangre. Ahora bien, vamos a plantear una situación normal, sin alteraciones ni problemas.
Alrededor de los 14 días de vida de los pichones cuando éstos ya están emplumados, la hembra transmite señales claras de iniciar una nueva puesta: arranca hebras del nido, muévese constantemente inquieta, arranca hebras del nido, busca y transporta material para hacer un nuevo nido. Esta actitud debe ser interpretada por el criador y facilitar a la hembra la transición hacia la nueva postura. En primer lugar cabe dejar espacio libre en la jaula a la canaria y poner el nido de los pichones en el otro apartado de la jaula, de momento sin separarlos por rejilla, donde permanecerán hasta que se independicen. Si los pichones están creciditos y activos o cuando estos lo estén se puede poner una rejilla y tanto macho como hembra los irán alimentando sin problemas a través del separador. Automáticamente poner un nuevo nido y material abundante juta o pelo de cabra y en un plazo de 5-7 días la canaria empezará a poner huevos de nuevo. En este momento la hembra se desentenderá prácticamente de sus pichones siendo el macho el que los irá alimentando a través de la rejilla. Cuando la canaria complete la puesta iniciará la incubación ya desentendiéndose totalmente de macho y pichones. Es conveniente entonces separar el macho que convivirá con su prole hasta que los jóvenes canarios se alimenten por sí mismos y puedan pasar a los voladeros. A las primeras señales que se observen que los pichones se alimentan autónomamente conviene seguir el criterio marcado al principio de más vale pronto que tarde y emplazarlos en el voladero donde es sorprendente ver cómo se espabilan rápido. Así el macho podrá ser liberado de sus obligaciones y permitirá que descanse unos días acompañando a la hembra en su incubación a la espera de una nueva nidada y alegrándonos la jornada con su canto que ya teníamos olvidado.